EL PGOU DE ALPEDRETE, UN CADÁVER ECONÓMICO, POLÍTICO Y SOCIAL

Tras diez años de mandato, María Casado Nieto deja a sus espaldas su gran proyecto político convertido en un esperpéntico cadáver económico, político y social, un monumento cutre en recuerdo de un período de la historia de este país que no debe volver nunca más: el período de la corrupción, el despilfarro, la destrucción medioambiental, el consumismo desmedido, y la sinrazón económica en su grado más alto.

Se trata de un cadáver económico pues es resultado de un modelo económico que nos ha llevado al desastre colectivo. No hay nada más ridículo que leer hoy en día cosas como la propuesta de construir 1140 viviendas más (un aumento de un 16,8% sobre las existentes), la ampliación de la edificabilidad del casco urbano, la ampliación del pseudopolígono industrial, y otros disparates de un modelo de crecimiento económico basado en el ladrillo (y en la corrupción que lleva aparejada) que nos ha traído al desastre económico y social que padecemos. Se trata de un cadáver económico porque ¿quién va a financiar la exigida ampliación de la EDAR de El Endrinal para depurar las aguas residuales? ¿Quién los depósitos de agua que hay que construir en Mataespesa y Los Negrales y el anillo de distribución y las nuevas conexiones suplementarias? ¿Va a pagar el promotor de Los Llanos Sur un nuevo proyecto que respete, como exige el Informe definitivo de Análisis Ambiental, el Arroyo de Los Linos, el espacio de protección de la vía del tren o que incluya los gastos en protección acústica (1,9 millones de euros sólo en pantallas) y las medidas de compensación forestal que ocasione su destrozo (un mínimo del cuádruple del territorio destruido)? Visto hoy en día, cuando la venda de la especulación inmobiliaria ha caído de los ojos, el PGOU de Alpedrete es evidente testimonio de la insensatez económica provocada por los poderes políticos y económicos en los años de la burbuja. Se trata de un cadáver político pues su concepción ha sido una muestra flagrante, en dimensión local, de la sistemática corrupción del sistema político y económico del país de los “sobres”, los sobornos y la cotidiana prevaricación. El PGOU es el fruto de los acuerdos privados entre poderes económicos (promotores, constructores y sus adláteres, entre los que destaca Lisardo Cortés) con el PP local capitaneado por la familia Guillén y María Casado, en una nauseabunda conjunción que solo buscaba el enriquecimiento personal y nunca el bienestar de la colectividad. Además, en su tramitación nos ha ofrecido patéticos ejemplos de puñaladas (políticas) traperas, transfuguismo, pactos a escondidas, cambios inexplicados de posicionamiento tras misteriosas reuniones, represión sistemática de la participación popular y de cualquier atisbo de democracia; en fin, o “mejorcito” de la mal llamada democracia española de la Transición. Se trata de un cadáver social porque el PGOU de Alpedrete consiguió convertir la corrupción política y económica en corrupción social, fomentando la codicia desmedida de los pequeños propietarios y otros habitantes de Alpedrete, la creencia absurda en que uno podía seguir enriqueciéndose y poseyendo y especulando sin medida, hasta llegarse incluso a comprar viviendas, como ha sucedido en Los Llanos, que no existían.

Ahora bien, el PGOU de Alpedrete ha sido también el causante de activar lo mejor (y esta vez sin ironía) de la sociedad del pueblo, al provocar una resistencia popular que por su tenacidad, organización, capacidad técnica e imaginación quedará como un hito en la historia de nuestra localidad, una resistencia popular que consiguió salvar de las garras de la especulación todo el norte del municipio y, probablemente, gracias al estallido de la burbuja, también el resto del mismo.

Por eso, casi cabría desear que aprobasen su asqueroso PGOU, y así tendremos para mostrar a generaciones venideras un documento oficial que muestra lo peor y lo mejor de esta localidad y este país: la honda estupidez y deshonestidad de su clase política y sus poderes económicos, y el ejemplo de un pueblo organizado que no se deja engañar por tanta sinrazón.

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